Comunicado de la Asociación Afectados de Polio y Síndrome Post-Polio, con motivo del día mundial de la polio (24 de octubre de 2011):
NO PODEMOS OLVIDAR
Un pueblo que no conoce su historia esta condenado a repetirla. Si a nuestro colectivo se le oculta el pasado, la verdad, se le niega la justicia, se le trata indignamente, seremos victimas eternas. Y los hechos así lo demuestran. El silencio cómplice continua, la indiferencia esta muy presente, las maniobras para aparentar normalidad ante nuestras denuncias continúan, además de la información falsa y manipulada. Somos objeto de una partida de ping pong entre Administraciones, partidos políticos, médicos, investigadores. A continuación una pequeña muestra de lo que muchos de nosotros no podemos olvidar.
Ana no puede olvidar las lagrimas de su padre al recordar cuando la diagnosticaron la polio.
Virginia no puede olvidar cuando en el año 2000, leyó en un periódico un artículo sobre el síndrome post-polio, lo que la estaba pasando tenía nombre y apellidos y nunca nadie la había informado de ello.
Miguel Ángel no puede olvidar cuando le operaron de alargamiento de tibia, para quitar el alza de 6 centímetros, tras su larga recuperación comprobó que la pierna operada le había quedado mas larga que la no afectada de polio. Años después supo que la operación nunca debió haberse practicado antes de finalizar el crecimiento.
Carmen no pude olvidar que en los años sesenta le negaran la asistencia a un colegio público, debido a las barreras arquitectónicas. Solo la admitieron porque su madre o un familiar la subía y bajaba las escaleras cuatro veces al día. Tampoco puede olvidar como desde la ventana de la clase veía el recreo.
Antonio no puede olvidar que al solicitar la silla de ruedas eléctrica (recomendada por el neurólogo) la rehabilitadora le dijera “ que no se la prescribía, que seguía las instrucciones que recibía y que no se mojaba el culo por él.
Amancio no puede olvidar el trato vejatorio que recibió por parte de cierto personal sanitario y servir como conejillo de indias.
Faustino no pude olvidar que su hermana y él contrajeran la polio en 1963, tras vacunarles en una empresa del régimen porque la vacuna estaba en mal estado. Este último dato lo conocieron en el año 2002.
Isabel no puede olvidar cuando renovó su último aparato ortopédico, le costó 2400 euros y solo le subvencionaron 1040 euros, no puede por menos manifestar su solidaridad con los que utilizan dos aparatos, que ruina, el pago es por adelantado. Fue en época de abundancia.
Fernando no puede olvidar la discriminación y falta de respeto por las que tuvo que pasar, sobre todo en la infancia.
Lola no puede olvidar la sonrisa de un neurólogo en un hospital público en el año 2002, acompañada de las palabras “el síndrome post-polio, eso no existe”.
Juan Carlos no puede olvidar el miedo cuando le operaron con 6 años y la crueldad de la monja que le amenaza con las inyecciones.
Lucia no puede olvidar que no fue vacunada a su debido tiempo, existiendo dos vacunas, por la ineficacia de las autoridades de la época, ineficacia programada.
Rosa no puede olvidar cuando en una pagina web vio las palabras segura y eficaz refiriéndose a la primera vacuna del año 1955, pues la información que se dio en nuestro país a muchas personas fue que no valía.
Marisa no puede olvidar que el medico le dijo a su madre cuando contrajo la polio, que lo que mejor le podía pasar a su hija era morirse.
Milagros no puede olvidar las múltiples operaciones a las que fue sometida en su infancia y adolescencia, jamás la consultaron ni la informaron sobre las mismas.
La Asociación no puede olvidar a los que murieron a causa de la polio, la gran mayoría niños y a los que han muerto en estos años a causa del síndrome post-polio. No olvidamos la explotación laboral y las humillaciones sufridas en este aspecto por muchos. Tampoco olvidamos que nuestras historias clínicas no aparecen y que el informe publicado en el año 2002 por el Instituto de Salud Carlos III, referente al Síndrome Post-Polio fue por decirlo suavemente aligerado. La historia se repite.
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